La única fuente de luz eran las llamas que alumbraban una pequeña parte de una habitación que parecía enorme. Lo poco que yo veía, me recordaba a una estética rústica. Una hoguera ornamentada de ladrillos que contrastaba con un suelo de color poderoso. El sillón era de una sola plaza pero era enorme, de tonalidad rojiza y con una suavidad casi insensible.
Yo dormitaba junto al tigre mientras el gozaba mis caricias. Su ronroneo escalaba mis sentidos con un tono de agradecimiento. En un momento sentí que no estaba solo, sentí una presencia de hostilidad en el ambiente. Una voz que no podía reconocer comenzó a sonar. Una voz que estrujaba corazones, una voz que alteraba los pulmones. Una voz que no sabía si quedaba en mi conciencia o provenía de la oscuridad del cuarto.
No lograba entender lo que decía pero el sonido llevaba a mi cuerpo a reaccionar. Mientras me paraba, mi corazón se aceleraba y yo comenzaba a sentir el peso de mi tigre en mis brazos. El animal no entendía. La anatomía, el peso, el pelaje y su suavidad me mostraban armonía y nobleza, un ser perfecto, pacifico, inocente y hermoso. Pura belleza.
La voz contaminaba mi mente y yo me movía inconsciente. Mi tigre no comprendía, me miraba perplejo y nada se imaginaba. Al instante, mis manos dejaban al tigre sobre el fuego. Y mi tigre se incendiaba, y las llamas lo envolvían, sus ojitos me llamaban, su tortura me dolía, su quejido perduraba y mis lágrimas caían.
La tortuosa violencia me cegó, no podía ver mas, la voz hostil y los lamentos felinos me mataban. Comencé a buscar por la habitación, no veía nada, no encontré nada, el odio me consumía.
Todo desapareció, no vi mas nada, no desperté, pase a otro sueño que no recuerdo.
Sin mas me pregunto la causa de mi sueño. No entiendo. ¿Por qué soné esto?