domingo, 22 de mayo de 2011

Tersuare.




Hace mucho, mucho tiempo.
Hubo una vez un joven que tenía mucho, mucho amor. 
Este joven lo daba aún cuando no lo recibía. 
Las personas de su alrededor quedaban encantadas. 
Daba amor cuando se lo pedían y cuando no. 
Daba amor cuando lo veían, y cuando lo besaban más amor. 
Cuando lo molestaban, daba amor y cuando lo lastimaban, a si mismo, también daba amor. 
Saludaba con amor y no se despedía sin él. 
Todos podían ver el amor en su esencia. 
Tanto así, que un día las personas de su alrededor, que lo buscaban, decidieron empezar a guardar su amor en baúles y cajones.

Atiborraron de amor en todo hueco.

Hoy la gente puede acercarse a ver mil y un cajones y baúles en el museo, llenos de amor.
La gente que pasa, pregunta. 
-¿Por qué este joven creció, vivió y murió sólo? si tanto amor daba...
Y el portero del museo les dice:
-Porque nunca nadie supo usarlo.

sábado, 21 de mayo de 2011

Tragedia Mordaz y Mariposa.



Ella miraba sus zapatillas con la frente descansando en sus rodillas, en el momento en que estaba sentada en los escalones.

A la hora en que debía llegar él, llegó otra persona con los dibujos de negras lágrimas por la cara. Ella, siente a su corazón volcar sangre helada por su pecho, cuando recibe un sobre que decía:

"Anoche, él comenzó a retorcerse con ojos tristes y aura ansiosa. Comenzaba acalambrado, a estrujarse el estomago y a soplarse el pecho, jadeando ahogado y desesperado. 
Se deshizo de su remera y se tiró al suelo con el torso desnudo. Su pecho y su estomago tenían un color cálido y sus ojitos derramaban muchas lágrimas, desvanecidos.
Murió con una sonrisa enamorada, después de vomitar esto y darse cuenta:"






viernes, 13 de mayo de 2011

Hórrido y Quimérico Sueño Pasional.






Es que estábamos yendo hacia el Bosque Verde, teníamos que escapar. Los estaban vapuleando y no podíamos hacer nada. Tenían armas muy terribles, les atravesaban el cráneo y rompían sus piernas con palos de Ébano. Luego de eso, solo podían arrastrarse con sus manos, para cubrirse entre los árboles. El bosque es muy grande y vos lo sabes, muchos se pierden, no están acostumbrados, no se animaron nunca a enfrentarlo. Los árboles son muy grandes y está todo muy oscuro. Yo estaba muy mal, los Chamanes me habían dicho que el caos me venía, y no sabía qué hacer, la Maquina arrastro mi ciudad y quedamos pocos. También mato al dragón y con eso ya no supimos que hacer. El terror de ese día fué muy fuerte, esa sensación de querer esconderse de las criaturas detrás de un muro y con los ojos cerrados, es muy fea, no la olvido todavía. No puedo olvidar, me cuesta pensar en hoy. Es violencia en mis venas, violencia en mi mente, violencia, violencia, violenta violencia. Que más decir, la verdad que en ese momento me perseguían, y estaba ferviente de sangre. Es inaguantable, no entendes vos, te tiemblan las manos y estas inconsciente. Tu fuerza es incontrolable, y no podes hacer más que llevarte por tus instintos. Yo corría, cansado hacia el Bosque Verde, rumbo a la oscuridad. Es otoño, asi que las hojas acolchonaban el suelo, y había mucha humedad. Hacía frío ese atardecer. Cuando la vi ahí tirada, vino la noche a mi mente. La vi con una de las flechas atravesando su pecho y sentí hasta el fondo de la médula, el dolor que sentía cuando se retorcía en el suelo, gritando, jonda y triste en la oscuridad del Bosque. Cuando me vió desesperó, porque ya lo sabía ella. Comenzó a arrastrarse y siguió matando su garganta a gritos irritantes, se oía el crujir de sus costillas contra la flecha. Era insoportable verla así, sintiendo el fin, tan doloroso. No te imaginas, seguro las astillas de la madera rozaban su corazón y cada roce le dolía tanto que veía el pasado, presente y futuro pasar por sus ojitos. Me insultaba con balbuceos, gemidos y gritos. Era ella muy fuerte. Sus ojos negros como a mí me gustan y su pelo hermoso a juego con la lóbrega oscuridad del Bosque me enternecía, pero a la vez me rebotaban en el corazón y me lo pateaban. La sangre hervía, y corría por mis venas muy muy rápido. No soporté mas, tomé mi lanza de punta férrea con mi mano derecha, y la apuñale en el estómago una vez, dos veces... Sentía como se hundía, como perforaba la piel como gelatina. Grito a gemido y gemido a grito, sentía sus súplicas. Sentía el martirio de la vida en un minuto de apuñaladas negras con punta fría y gris. Te lo suplico! me decía, Basta! ... Tres veces, cuatro.... Se abalanzó a mis pies, me agarró los pantalones y me miró a los ojos, llorando, con su boca roja, y me dijo.....