Hace mucho, mucho tiempo.
Hubo una vez un joven que tenía mucho, mucho amor.
Este joven lo daba aún
cuando no lo recibía.
Las personas de su alrededor quedaban encantadas.
Daba
amor cuando se lo pedían y cuando no.
Daba amor cuando lo veían, y cuando lo
besaban más amor.
Cuando lo molestaban, daba amor y cuando lo lastimaban, a si
mismo, también daba amor.
Saludaba con amor y no se despedía sin él.
Todos
podían ver el amor en su esencia.
Tanto así, que un día las personas de su
alrededor, que lo buscaban, decidieron empezar a guardar su amor en baúles y
cajones.
Atiborraron de amor en todo hueco.
Hoy la gente puede acercarse a ver mil y un cajones y baúles en el museo,
llenos de amor.
La gente que pasa, pregunta.
-¿Por qué este joven creció, vivió y murió sólo? si tanto amor daba...
Y el portero del museo les dice:
-Porque nunca nadie supo usarlo.
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